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Me gusta el sol y las cabañas en medio del mar de mi cabeza.

martes, 15 de febrero de 2011

Cosas que no me gustan. Y otras que sí

No me gusta la tristeza. No me gusta el caos desolado que reina a mi alrededor y que me atrapa en sus inmintentes garras de incapacidad. No me gusta quedarme atrapada en mi red de fragilidad y depresion, no me gusta sentirme encarcelada en ese lugar que es mas fácil de crear que de destruir, como cuando todavía era una niña y quizá pensaba que no me conocía. No me gusta sentir que sigo siendo algo tan débil. No me gusta tener que recurrir a esta forma de expresión porque pienso que nadie me escucha, ni me gustará este escrito en cuanto lo termine, porque saca lo peor de mi ánimo, lo que estoy contínuamente evitando; lo que al final siempre llega cubriéndome como una manta de oscuridad. No me gusta pensar que fuera de esta habitación todo habrá acabado, pero que una fuerza terrible y masoquista me clava en este sillón para seguir recreándome en mi tristeza. No me gustan las canciones en modo menor, y no me está gustando esta tarde. No me gusta la sensación de bajarme del mundo cuando éste sigue en marcha.

En cambio me gustan los colores del ocaso y de los amaneceres. Me gusta un acorde apasionado, una tonadilla de esperanza y una lágrima emotiva al oir una palabra. Me gusta la atmósfera que cubre a una pareja llena de besos y sonrisas, me gusta los corazones tiernos y el amor; y renacer. Me gustan los paisajes, la inmensidad, un prado azotado por el sol, los pájaros, las nubes, los riós y las montañas, el mar y la arena. Me gusta la luna gigante, perderme para llegar a parar a cualquier lugar al que pertenezco. Me gusta escupir lo que me ebulle dentrom de mí, y romperme a veces con una emoción. Me gustan las palabras bonitas y alguien a mi lado. Me gusta no saber para quien escribo. Me gusta la sensación de estar en busca de mi camino, aunque las piedras se interpongan en mi travesía a ciegas. Me gusta la música, la naturaleza, las caricias, las sonrisas que hacen los ojos achinados y el mundo reflejándose en un lago. Las puestas de sol, la brisa de verano. Los árboles y los animales, y su increíble y tranquilo empeño por manternerse firmes ante las condiciones más adversas. Y porque no necesitan ninguna identidad; ya tienen la que la vida les ha dado. Me gusta Due tramonti de Ludovico Einaudi.

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